SUCCESSION – LA CARTA NATAL DE GIORGO ARMANI

El pasado 4 de septiembre murió Giorgio Armani en su palacete de Milán a los 91 años. Aunque desde hacía tiempo se especulaba con problemas de salud, su legendaria obsesión por el control —esa “casa” como llamaba a su imperio— le llevó a rechazar cualquier retiro.

Su adiós dio paso a otro gran titular: la apertura de un testamento valorado en más de 12.000 millones de dólares. Sin sorpresas, los principales herederos fueron los de siempre: sus tres sobrinos y su última pareja y mano derecha, Pantaleo dell’Orco. Pero Armani dejó una última jugada maestra: el 15 % de la compañía deberá venderse en un plazo de 18 meses a EssilorLuxottica (de la que también era accionista), L’Oréal o el grupo francés LVMH. club de baloncesto Olimpia Milano.
¿Por qué ordenar ahora una venta que en vida rechazó una y otra vez? Nadie lo sabe. Ese secreto se fue con él.

Porque la vida de Armani fue mucho más que una fortuna colosal. Nacido en una familia de clase media, creció en plena Segunda Guerra Mundial, marcada por pérdidas y privaciones. Tras la guerra comenzó a estudiar medicina y probó la carrera militar, pero abandonó ambos caminos. Su destino cambió en los grandes almacenes La Rinascente, donde un empleo anodino le reveló su verdadera vocación.

En 1966 conoció al arquitecto Sergio Galeotti, su primera pareja y quien lo impulsó a dejarlo todo para diseñar. El éxito fue inmediato: sus trajes desestructurados, elegantes y sobrios revolucionaron la moda masculina y femenina. De ahí nació el mítico power suit, símbolo de las mujeres que empezaban a conquistar despachos de dirección en los años setenta y ochenta. Anna Wintour lo definió como nadie: “Mientras Versace viste a las amantes, Armani viste a las esposas”.

Pero el hombre del traje perfecto también tenía mano de hierro. Armani controlaba hasta el color de las paredes de sus tiendas y defendía su marca con celo casi militar. Y no estuvo exento de sombras: fue acusado —y condenado— por explotación laboral en parte de su cadena de proveedores, donde artículos de lujo se fabricaban en condiciones cercanas a la esclavitud.

Genio, estratega y tirano elegante, Giorgio Armani deja un legado de poder y estilo que ahora, tras su muerte, empieza a escribirse de nuevo.
Vamos a ver qué dice su carta natal.

 

A primera vista sorprende la concentración de planetas en la Casa 12: Sol, Luna, Mercurio y Plutón. Este sector de la carta es donde absolutizamos lo que representan los planetas, de modo que su peso marca el destino de manera contundente.

Destaca la conjunción Sol-Luna (orbe de 5°). Este aspecto describe a personas muy conscientes de sus propias necesidades, pero poco atentas a las de los demás. No es egoísmo puro, sino una especie de filtro interno: les cuesta percibir el mundo emocional ajeno.
Aún más potente es el cazimi entre Sol y Mercurio (menos de 1°). Normalmente, cuando un planeta se une al Sol queda debilitado, pero en cazimi ocurre lo contrario: el planeta brilla con fuerza excepcional. Este Mercurio reforzado explica el talento de Armani para conceptualizar y comunicar su visión. Desde la óptica de la astrología moderna, esta conjunción refleja una mente que se identifica plenamente con lo que piensa: subjetividad absoluta.

A este cuadro se suma Plutón en Casa 12, planeta que simboliza el poder absoluto y las dinámicas de control. No sorprende que Armani mantuviera su imperio bajo un férreo dominio durante toda su vida, con enormes dificultades para delegar. Todo este stellium en Cáncer habla de la creación de un clan: la familia como núcleo de sentido, visible en su testamento que favorece a sobrinos y a su pareja.

El planeta más elevado es Urano, a menos de 5° del Medio Cielo. Urano simboliza innovación y ruptura, cualidades que marcaron su estilo y su capacidad para construir un lenguaje propio. El Medio Cielo en Tauro, en el término de Venus, añade la necesidad de materializar la belleza, de crear algo perdurable y refinado. Su Ascendente en Leo refuerza la necesidad de reconocimiento: alguien que, aun siendo figura pública, dosificaba cuidadosamente su exposición.

¿Y de dónde viene la suerte que lo catapultó de un empleo modesto a un imperio de miles de millones? La respuesta está en la conjunción de la estrella fija Sirio con su Luna, que impregna todo el stellium de Casa 12. Sirio es una de las estrellas más benéficas y poderosas: concede pasión, éxito, honores y riqueza. Un sello de grandeza para una vida marcada por el talento y el control.

Al final, la carta de Giorgio Armani parece escrita por los guionistas de Succession: un patriarca visionario, rodeado de herederos vigilantes, moviendo las piezas hasta el último segundo para asegurarse de que nada escape a su control.
Su stellium en Casa 12 habla de secretos, poder silencioso y lealtades familiares; el Plutón en esa misma casa revela el impulso de mantener el mando incluso desde la sombra. Como en la serie, Armani se aseguró de que el juego de tronos continuara después de su muerte, dejando instrucciones precisas y una venta estratégica que obligará a los suyos a maniobrar.
Un legado tan calculado como sus trajes: impecable en la superficie, férreo en la estructura. Sirio, la estrella de los reyes, brilla sobre su carta… y sobre un imperio que, incluso sin él, seguirá marcando el ritmo de la moda.

Reconocimiento al autor de la fotografía de la portada: Por Jan Schroeder – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8445893

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