¿Y SI TODO TUVIERA UNA RAZÓN?
¿Y SI EXISTE EL DESTINO?
Normalmente buscamos esas respuestas en la filosofía, la religión o la ciencia. Yo, cómo sentía un rechazo casi visceral a todo lo espiritual, esotérico o religioso, confiaba en la ciencia, porque no creo que haya nada comparado con el reciente avance tecnológico. Pero la ciencia no te acompaña cuando sientes un vacío interior que no entiendes, ni explica por qué experimentas versiones del mismo problema bajo distintas circunstancias, ni por qué no eres feliz cuando alcanzas tus metas.
Un día, hace ya varios años, escuché de forma casual un vídeo que describía perfectamente las circunstancias familiares en las que nací, cómo tomaba la vida y me enfrentaba a nuevos proyectos.
Con una sonrisa de incredulidad, calculé mi carta y busqué más vídeos. Algunos coincidían de forma sorprendente, pero otros no. Lo tomé como que todo había sido una casualidad, pero aún así me quedó una voz de fondo que repetía, ¿Y si…?
Durante las siguientes semanas, y a pesar de que una parte de mí repetía sin cesar que no eran más que tonterías, seguí buscando más información hasta que decidí apuntarme a un curso para poder descartar de una vez por todas la validez de la astrología.
Lejos
de lo que
pensaba,
descubrí un rico lenguaje simbólico
con milenios de tradición
que predice los acontecimientos y descifra el comportamiento humano de una forma increíblemente precisa y concreta.
Yo aún no lo sabía, pero ese fue el comienzo de una andadura de más de 5 años en los que he estudiado Astrología Horaria en la prestigiosa STA de Londres, Astrología Psicológica con José Ignacio Marina, Técnicas de Predicción Helenística y Medieval con María Blaquiert, Astrología Electiva con Patricia Kesellman, he leído decenas de libros y aún sigo estudiando en un camino que ya sé, a día de hoy, que no va a tener final.
Pero no siempre ha sido fácil. Cuando veo adivinos vestidos de forma extravagante hablando del zodiaco, no puedo evitar un estremecimiento. Soy consciente de que no hay interés por conocer la verdadera astrología y de que los que la practicamos no gozamos de reconocimiento social. Aún así, durante estos años he conocido astrólogos que son físicos, matemáticos, ingenieros, filósofos, psicólogos… parece que hay muchos caminos para llegar a la astrología, pero quien llega nunca se va.
La astrología te enseña a interpretar la realidad de una forma distinta y te diviertes viendo cómo alguien con energía de Tauro no tira nada o alguien con energía de Géminis no se calla nunca o cómo un niño con energía de Piscis te explica las cosas inventándose historias fantásticas.
Las lecciones que da la astrología no son siempre bondadosas como nos tienen acostumbrados los libros de autoayuda; a veces quien quiere, no puede y solo la toma de conciencia va a modificar tu comportamiento.
Pero para mí lo más valioso es que te muestra tu promesa natal y te anticipa las energías que vas a tener que vivir para que puedas desidentificarte y decidir cómo comportarte esta vez.
Ese es el principio de todo cambio duradero.
¿Y SI TODO TUVIERA UNA RAZÓN?
¿Y SI EXISTE EL DESTINO?
Normalmente buscamos esas respuestas en la filosofía, la religión o la ciencia. Yo, cómo sentía un rechazo casi visceral a todo lo espiritual, esotérico o religioso, confiaba en la ciencia, porque no creo que haya nada comparado con el reciente avance tecnológico. Pero la ciencia no te acompaña cuando sientes un vacío interior que no entiendes, ni explica por qué experimentas versiones del mismo problema bajo distintas circunstancias, ni por qué no eres feliz cuando alcanzas tus metas.
Un día, hace ya varios años, escuché de forma casual un vídeo que describía perfectamente las circunstancias familiares en las que nací, cómo tomaba la vida y me enfrentaba a nuevos proyectos.
Con una sonrisa de incredulidad, calculé mi carta y busqué más vídeos. Algunos coincidían de forma sorprendente, pero otros no. Lo tomé como que todo había sido una casualidad, pero aún así me quedó una voz de fondo que repetía, ¿Y si…?
Durante las siguientes semanas, y a pesar de que una parte de mí repetía sin cesar que no eran más que tonterías, seguí buscando más información hasta que decidí apuntarme a un curso para poder descartar de una vez por todas la validez de la astrología.
Lejos
de lo que
pensaba,
descubrí un rico lenguaje simbólico
con milenios de tradición
que predice los acontecimientos y descifra el comportamiento humano de una forma increíblemente precisa y concreta.
Yo aún no lo sabía, pero ese fue el comienzo de una andadura de más de 5 años en los que he estudiado Astrología Horaria en la prestigiosa STA de Londres, Astrología Psicológica con José Ignacio Marina, Técnicas de Predicción Helenística y Medieval con María Blaquiert, Astrología Electiva con Patricia Kesellman, he leído decenas de libros y aún sigo estudiando en un camino que ya sé, a día de hoy, que no va a tener final.
Pero no siempre ha sido fácil. Cuando veo adivinos vestidos de forma extravagante hablando del zodiaco, no puedo evitar un estremecimiento. Soy consciente de que no hay interés por conocer la verdadera astrología y de que los que la practicamos no gozamos de reconocimiento social. Aún así, durante estos años he conocido astrólogos que son físicos, matemáticos, ingenieros, filósofos, psicólogos… parece que hay muchos caminos para llegar a la astrología, pero quien llega nunca se va.
La astrología te enseña a interpretar la realidad de una forma distinta y te diviertes viendo cómo alguien con energía de Tauro no tira nada o alguien con energía de Géminis no se calla nunca o cómo un niño con energía de Piscis te explica las cosas inventándose historias fantásticas.
Las lecciones que da la astrología no son siempre bondadosas como nos tienen acostumbrados los libros de autoayuda; a veces quien quiere, no puede y solo la toma de conciencia va a modificar tu comportamiento.
Pero para mí lo más valioso es que te muestra tu promesa natal y te anticipa las energías que vas a tener que vivir para que puedas desidentificarte y decidir cómo comportarte esta vez.
Ese es el principio de todo cambio duradero.
¿Y SI TODO TUVIERA UNA RAZÓN?
¿Y SI EXISTE EL DESTINO?
Normalmente buscamos esas respuestas en la filosofía, la religión o la ciencia. Yo, cómo sentía un rechazo casi visceral a todo lo espiritual, esotérico o religioso, confiaba en la ciencia, porque no creo que haya nada comparado con el reciente avance tecnológico. Pero la ciencia no te acompaña cuando sientes un vacío interior que no entiendes, ni explica por qué experimentas versiones del mismo problema bajo distintas circunstancias, ni por qué no eres feliz cuando alcanzas tus metas.
Un día, hace ya varios años, escuché de forma casual un vídeo que describía perfectamente las circunstancias familiares en las que nací, cómo tomaba la vida y me enfrentaba a nuevos proyectos.
Con una sonrisa de incredulidad, calculé mi carta y busqué más vídeos. Algunos coincidían de forma sorprendente, pero otros no. Lo tomé como que todo había sido una casualidad, pero aún así me quedó una voz de fondo que repetía, ¿Y si…?
Durante las siguientes semanas, y a pesar de que una parte de mí repetía sin cesar que no eran más que tonterías, seguí buscando más información hasta que decidí apuntarme a un curso para poder descartar de una vez por todas la validez de la astrología.
Lejos
de lo que
pensaba,
descubrí un rico lenguaje simbólico
con milenios de tradición
que predice los acontecimientos y descifra el comportamiento humano de una forma increíblemente precisa y concreta.
Yo aún no lo sabía, pero ese fue el comienzo de una andadura de más de 5 años en los que he estudiado Astrología Horaria en la prestigiosa STA de Londres, Astrología Psicológica con José Ignacio Marina, Técnicas de Predicción Helenística y Medieval con María Blaquiert, Astrología Electiva con Patricia Kesellman, he leído decenas de libros y aún sigo estudiando en un camino que ya sé, a día de hoy, que no va a tener final.
Pero no siempre ha sido fácil. Cuando veo adivinos vestidos de forma extravagante hablando del zodiaco, no puedo evitar un estremecimiento. Soy consciente de que no hay interés por conocer la verdadera astrología y de que los que la practicamos no gozamos de reconocimiento social. Aún así, durante estos años he conocido astrólogos que son físicos, matemáticos, ingenieros, filósofos, psicólogos… parece que hay muchos caminos para llegar a la astrología, pero quien llega nunca se va.
La astrología te enseña a interpretar la realidad de una forma distinta y te diviertes viendo cómo alguien con energía de Tauro no tira nada o alguien con energía de Géminis no se calla nunca o cómo un niño con energía de Piscis te explica las cosas inventándose historias fantásticas.
Las lecciones que da la astrología no son siempre bondadosas como nos tienen acostumbrados los libros de autoayuda; a veces quien quiere, no puede y solo la toma de conciencia va a modificar tu comportamiento.
Pero para mí lo más valioso es que te muestra tu promesa natal y te anticipa las energías que vas a tener que vivir para que puedas desidentificarte y decidir cómo comportarte esta vez.
Ese es el principio de todo cambio duradero.