Una de las cosas más interesantes y gratificantes de ser astróloga es que te permite no quedarte con la primera impresión, sino desarrollar un sexto sentido para detectar aspectos ocultos de las personas, esos que no siempre están a la vista.
Este es el caso de Grace Kelly. Aunque no está entre mis actrices favoritas, vi por casualidad un documental donde se mencionaban dos detalles que me llamaron la atención. El primero, que actores y directores que trabajaron con ella —entre ellos el gran Hitchcock— afirmaban que no era una belleza deslumbrante, sino una mujer tremendamente fotogénica. El segundo, que la apodaban “el fuego detrás del hielo”, porque en las distancias cortas mostraba una personalidad muy distinta a la imagen de chica bien de familia americana que proyectaba. Así que quien, a priori, encarnó el papel de la guapísima y sofisticada Lisa Fremont en La ventana indiscreta, tenía un fondo bastante más complejo de lo que el público imaginaba.
Nació el 12 de noviembre de 1929 en Filadelfia, en el seno de una familia de clase alta, de origen irlandés y alemán. Habían logrado materializar el famoso «sueño americano», ya que su padre, un hombre hecho a sí mismo, amasó una considerable fortuna gracias a su trabajo.
Grace era una niña poco sociable, muy delgada, y nada dotada para el deporte, a diferencia de sus padres y hermanos. Ya en el colegio participó en varias obras teatrales, y al terminar su educación secundaria se mudó a Nueva York para matricularse en la Escuela de Arte Dramático.
Muy pronto comenzó una carrera fulgurante tanto en el teatro (en Broadway) como en el cine. Hasta el punto de que, con solo 26 años, ganó su primer Oscar.
Pero no todo era tan puro ni cristalino como parecía. Su vida sentimental era muy agitada: se enamoraba con facilidad de sus coprotagonistas y la prensa llegó a acusarla de ser una “rompehogares”. Se la relacionó con actores mucho mayores que ella, como Gary Cooper, Ray Milland, Gene Tierney o David Niven. Antes de conocer al príncipe Rainiero de Mónaco, estuvo prometida con el diseñador Oleg Cassini, pero sus padres —profundamente católicos— se opusieron rotundamente al enlace, escandalizados por su historial amoroso.
Sobre su matrimonio con Rainiero se han escrito ríos de tinta, se han rodado películas y publicado varios libros. Pero una teoría interesante apunta a que fue Aristóteles Onassis quien le sugirió al príncipe la idea: casarse con una estrella de Hollywood como Grace Kelly podría revitalizar la vida social y la imagen internacional de un Mónaco en decadencia. La jugada era redonda para todos: los padres de Grace conseguían «colocar» a su hija rebelde con un príncipe de sangre azul, Rainiero obtenía publicidad internacional para su microestado… y dos millones de dólares como dote. Y Grace lograba su gran papel: convertirse en princesa de la vieja aristocracia europea.
Lo que no sabía era que también heredaba una vieja maldición. Los Grimaldi, originarios de Génova, se hicieron con el control de Mónaco en 1419. Pero en el siglo XIII, una bruja —tras ser secuestrada por un antepasado de la familia— lanzó una maldición: “ningún Grimaldi encontrará la verdadera felicidad en el matrimonio”. Y parece que con Grace Kelly esa profecía siguió viva. Aunque fue madre de tres hijos, tanto ella como Rainiero tuvieron supuestas aventuras extramatrimoniales, y se especuló durante años con que la soledad y la depresión la llevaron a abusar del alcohol.
Como es bien sabido, murió trágicamente en un accidente de coche el 14 de septiembre de 1982, con tan solo 52 años, en Mónaco.
Como ves, Grace Kelly estaba muy lejos de la imagen impoluta que ofrecía ante las cámaras. Vamos a ver ahora cómo se refleja todo esto en su carta natal.
Lo primero que llama la atención en su carta es que tiene tanto el Ascendente como tres planetas y el Nodo Sur en Escorpio. El Ascendente es el punto más importante en una carta natal: no solo define la primera impresión que damos, sino que también marca profundamente nuestro destino. En este caso, la energía escorpiana trae consigo un camino vital cargado de conflictos, tanto provocados por uno mismo —Escorpio suele tener una personalidad intensa, compleja y poco adaptable— como generados por el entorno. No es de extrañar, por tanto, que, tal como refleja su biografía, Grace se viera envuelta en situaciones difíciles de forma casi constante.
El Sol está en el segundo decanato de Escorpio, asociado a Acuario, otro signo fijo. Esto refuerza aún más su terquedad y la dificultad para hacerla cambiar de opinión. Está en conjunción con Marte, regente nocturno de Escorpio, lo que intensifica su carácter determinado y su impulso por seguir su propio camino sin doblegarse ante nadie. Esta configuración ayuda a entender por qué le resultó tan duro aceptar que Rainiero de Mónaco decidiera que debía abandonar su carrera como actriz. Además, el Sol forma un trígono muy exacto con Plutón, regente moderno de Escorpio, lo que le añade una carga plutoniana que puede vivirse como manipulación, luchas de poder, obsesión…
La Luna se encuentra en Piscis, lo que indica una necesidad de refugiarse emocionalmente en un mundo de fantasía. Al estar en la Casa 5 —la casa de la creatividad y la autoexpresión—, esta Luna encuentra en la interpretación un canal ideal para dar forma a ese universo interno. El regente moderno de Piscis, Neptuno, es el planeta más elevado de su carta natal (junto con Plutón), lo que confirma su talento para la actuación. Neptuno en Virgo la hace especialmente meticulosa y trabajadora, cualidades que sin duda contribuyeron a su éxito.
Por otro lado, Saturno se encuentra en Sagitario, en la Casa 2, con una dignidad menor. Está dispuesto por Júpiter, que está en detrimento en la Casa 8. Esto es especialmente interesante porque el eje 2–8 se relaciona con los recursos propios (Casa 2) y los del otro (Casa 8). La debilidad de ambos planetas nos habla de una fuerte dependencia económica hacia su pareja. De hecho, uno de los acuerdos prematrimoniales estipulaba que si Grace abandonaba Mónaco, no solo perdería la dote de dos millones de dólares, sino también el derecho a ver a sus hijos.
Por último, veamos qué nos dice su carta sobre su agitada vida sentimental y su tendencia al enamoramiento. Venus, planeta del amor, está en Libra —su domicilio—, pero ubicada en la Casa 12. Los planetas en esta casa suelen absolutizarse: hay una búsqueda incesante del ideal que representan. En su caso, Grace sentía que nunca tenía suficiente amor, y todo lo relacionado con la seducción y el juego amoroso tenía un peso enorme en su vida emocional. El problema es que Venus en Libra busca el equilibrio, la estética y las buenas formas, pero al combinarse con un Ascendente y cuatro planetas en Escorpio, esta búsqueda de armonía se convierte en algo mucho más intenso, transformador, y en ocasiones, desestabilizador.
Esto explica perfectamente el apodo de “el fuego detrás del hielo”: el hielo era la belleza serena y pulida de Venus en Libra, pero debajo ardía el fuego de Escorpio.
Si te apetece leer más artículos de astrología, te invito a que visites la sección de ASTRONEWS