Foto de Baudelaire para un articulo de Vivir En Astrológico.

ESTO ES LA CASA 8. LA CARTA NATAL DE BAUDELAIRE

La casa 8, junto con la casa 12, siempre genera debate en astrología. Y no es de extrañar: lo oscuro, lo secreto y lo que escapa a nuestro control suele tener tantas interpretaciones como generar miedos. Para los antiguos, la casa 8 era literalmente la casa de la muerte —junto con la 4, que simbolizaba el final de la vida—, y también el lugar del miedo, la angustia y las pérdidas. Se la considera una casa oscura porque no forma aspecto mayor con el ascendente (están en aversión). Sin embargo, al ser una casa sucedente (anterior a un ángulo), los planetas aquí no quedan tan bloqueados como en una casa cadente: actúan con cierta fuerza, aunque siempre con cierto retraso.

La astrología moderna ha vinculado esta casa con el signo de Escorpio, y con ello la interpretación de “muerte” pasó a ser de “transformación profunda”. El sexo, que en la astrología tradicional se asociaba a la casa 5, se traslada también a este sector, pero con una connotación de sordidez y búsqueda de experiencias límite. Y de la aversión al Ascendente pasó al aspecto de quincuncio. En la práctica, sigue siendo un territorio incómodo: los planetas en casa 8 empujan a buscar el sentido último de las cosas, aunque el camino pase por crisis o sufrimiento.

Desde la óptica financiera, la casa 8 se asocia a los bienes ajenos: recursos de la pareja, del socio, de los inversores o de cualquier figura de la casa 7. En otras palabras, ese dinero que llega a nuestra vida, como las herencias, pero que no nos pertenece de manera directa, a diferencia de lo que muestra la casa 2.

Pocas cartas ilustran mejor la carga de esta casa que la de Charles Baudelaire. Nacido en 1821 en París, quedó huérfano de padre con solo cinco años y vivió el segundo matrimonio de su madre como un abandono. Rechazó las normas escolares, fue expulsado de varios centros y, al llegar a la universidad, se lanzó de lleno a la vida disoluta del barrio latino: artistas, drogas, prostitutas y un escándalo constante para su padrastro militar. A pesar de sus talentos y amistades —incluida una larga relación con Jeanne Duval, inmortalizada por Manet—, Baudelaire nunca obtuvo en vida el reconocimiento que buscaba.

La publicación de Las flores del mal lo consagró como una figura incómoda: multado y censurado, sus poemas tenían ese anhelo de belleza perfecta entre el tedio (Spleen) y el vicio. Pero más que el fin del Romanticismo y el inicio de la Modernidad, Baudelaire encarnaba algo más antiguo: la tradición de los goliardos medievales, aquellos estudiantes y clérigos errantes que combinaban vida disoluta, crítica social y creación artística. En él, sin embargo, el gran peso de la casa 8 añade un matiz oscuro: del exceso no surge la sabiduría vitalista, sino una “conciencia del mal” que convierte el placer en decadencia y la experiencia en arte sombrío.

En Baudelaire, el tedio no es mero aburrimiento, sino Spleen: un término inglés que desde la antigüedad se vinculaba al humor melancólico y que, en la Francia de los siglos XVIII y XIX, se convirtió en sinónimo de melancolía profunda o de ese cansancio vital nacido del exceso y la decadencia. Justo aquí la casa 8 revela su significado profundo: todo lo que no implique transformación radical pierde su valor. Los tránsitos y planetas que se instalan en esta casa obligan a pasar por crisis, muertes simbólicas y renacimientos, porque sólo a través de ese proceso puede alcanzarse un sentido real. Lo demás —la rutina, el confort, lo intrascendente— se vuelve un peso muerto, ese Spleen baudelairiano que ahoga y paraliza.

«Soy como el rey de un país lluvioso,
rico pero impotente, joven y a la vez muy viejo…
Las damas al vestir, para quienes todo príncipe es bello,
ya no encuentran ninguna indumentaria impúdica
capaz de arrancar una sonrisa de ese joven esqueleto.»

Baudelaire murió en París en 1867, a los 46 años, debido a las complicaciones de la sífilis contraída muchos años antes.

Ahora, pasemos a ver cómo esta vida marcada por el exceso se refleja en su carta natal.

Como decíamos antes, Baudelaire tiene una fuerte carga en la casa 8: Sol, Saturno, Júpiter, Venus, Marte, Plutón y Mercurio (estos dos últimos pasan a la casa 8 por el principio de Ptolomeo de los 5 grados antes de la cúspide), formando un gran stellium. Solo la Luna, como planeta personal, está en casa 11 en Cáncer, su domicilio.

El Sol se encuentra en el segundo decanato de Aries, que corresponde al signo de Tauro. Esto modula la impaciencia ariana, pero aumenta la testarudez y el hedonismo. En casa 8, indica que las herencias pueden jugar un papel importante en la vida de Baudelaire: de hecho, la herencia de su padre, recibida al cumplir la mayoría de edad, le permitió independizarse. Además, la casa donde está el Sol señala el área de experiencia en la que la persona brillará: esta ubicación sugiere que Baudelaire buscó experiencias límite como medio de trascender sus propias limitaciones, buscando relaciones con dinámicas de poder, de ahí su asiduidad a los burdeles, donde el dinero otorgaba influencia sobre otra persona.

La Luna en Cáncer refleja la buena relación con su madre, a la que acudió en varias ocasiones durante su vida, incluso cuando ya sufría serias limitaciones poco antes de su muerte. La casa 11 la determina hacia la amistad y los proyectos: es ahí donde Baudelaire recibió apoyo de numerosos amigos, algunos hoy reconocidos artistas.

El Ascendente a 10° de Virgo muestra la necesidad que tuvo a lo largo de su vida de organizarse con muy pocos recursos, además de reflejar el padecimiento crónico de la sífilis, que finalmente acabó con su vida. Desde la astrología tradicional, Virgo en el Ascendente simboliza la necesidad de lograr algún tipo de seguridad material adaptando lo que ya existe. Su regente, Mercurio, en casa 8, indica que intentó alcanzar esa seguridad —en su caso, ser reconocido como poeta y crítico— a través de una profunda transformación de los valores sociales de la época.

Analizando el gran stellium en casa 8, destacan dos planetas dominantes: el Sol, exaltado en Aries, y Marte, su regente, que además dispone al resto de los planetas, siendo uno de los dos dispositores últimos de la carta. Saturno está combusto, lo que limita la capacidad de Baudelaire de poner límites, tanto a sí mismo como a los demás. Júpiter se encuentra a 10° del Sol, por lo que aún puede considerarse bajo los rayos, pero fuerte al inicio de su ciclo sinódico, indicando cierta suerte en la apertura de nuevos caminos; de hecho, se le reconoce como quien cerró el Romanticismo y dio paso a la Modernidad.

Pero lo más significativo, y lo que explica gran parte de su vida, es la conjunción amplia entre Venus, Marte y Plutón. Esta configuración es frecuente en quienes se dedican al arte o viven vidas apasionadas. La conjunción Venus-Marte indica que lo que nos atrae, nos motiva y nos da vitalidad; también puede señalar rechazo a todo lo que no haga sentirse vivo. Cuando se añade el aspecto plutoniano, la pasión se intensifica: las experiencias se viven con luchas de poder, manipulación y una búsqueda de autenticidad descarnada. Esta conjunción empujó a Baudelaire a buscar experiencias de casa 8 sin descanso, hasta el punto de que ni siquiera la sífilis avanzada logró apartarlo de sus deseos y conductas extremas. Esto ilustra completamente su famoso Spleen: lo que no contentaba a esta conjunción producía rechazo, tedio y vacío existencial.

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