Ilustración de unos comerciantes árabes para un artículo de Vivir en Astrológico.

UNA HISTORIA SOBRE EL DESTINO

Sobre si existe o no un destino se han escrito innumerables libros. Las personas religiosas confían en que hay un plan divino trazado por Dios para cada uno de nosotros. Más recientemente la corriente del pensamiento positivo descarta de raíz la existencia de un destino y defiende que es la manera dominante de pensar la que atrae los acontecimientos a nuestra vida. Y la filosofía determinista defiende una cadena de causa – efecto irrompible.

La Astrología Antigua si que era más determinista y predictiva pero la corriente más reciente, la Astrología Humanista y Psicológica, huye del determinismo y la predicción centrándose en describir el carácter de la persona y las energías que va a tener que vivir.

¿Quién tiene razón? Yo quería compartir un cuento, ya antiguo, para reflexionar sobre ello. Espero que os parezca interesante.

Érase una vez, cuenta la historia, un joven que vivía en Isfaham como sirviente de un rico comerciante. Una buena mañana, despreocupado y con su bolsa llena de monedas sacadas de la bóveda del mercader para comprar carne, fruta y vino, cabalgó hacia el mercado. Cuando llegó allí, se encontró con la Muerte, quien le hizo una señal, como si le dijera algo. Aterrorizado, el joven dio la vuelta al caballo y se alejó al galope, tomando el camino que conducía a Sámara.

Por la noche, sucio y exhausto, llegó a una posada de aquella ciudad, y con el dinero del mercader alquiló una habitación. Al entrar en ella, se postró en la cama entre el cansancio y el alivio, pues parecía haber logrado vencer a la Muerte. En medio de la noche, sin embargo, oyó que llamaban a la puerta, y en el umbral vio a la Muerte de pie y sonriendo amablemente.

  • ¿Por qué estás aquí? – preguntó el joven, pálido y tembloroso. Te vi esta mañana en la feria de Isfaham.

Y la Muerte respondió:

  • ¡Claro! He venido a buscarte, como está escrito. Porque cuando me encontré contigo esta mañana en el mercado de Isfaham, traté de decirte que teníamos una reunión esta noche en Samara. Pero no me dejaste hablar y simplemente te fuiste.

 

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