La cuadratura Júpiter-Plutón impulsa a equilibrar las creencias intensas sin caer en la imposición o el dogmatismo. Y aceptar otras sin perder la identidad.
La cuadratura es de la naturaleza de Aries – Cáncer poniendo en contacto signos de elementos incompatibles pero con una misma motivación. Es un aspecto muy energético que afecta mucho a la vivencia de la persona. A diferencia de otros aspectos, no es visible desde fuera sino que el individuo lo vive internamente. Un planeta desvía continuamente al otro de su acción lo que hace que ninguna de las dos funciones se pueda expresar de forma correcta.
Desde una perspectiva amplia, Júpiter nos muestra cual es la verdad individual para cada persona y como intenta buscar un sentido. En aspecto, Júpiter, ensancha la función del planeta con el que contacta. También exagerará y pondrá de relieve todos aquellos aspectos de la carta que pueden ser conflictivos. Su posición por casa y signo describe el ámbito de la vida en el que deseamos crecer, expandirnos y donde intentaremos hacer las cosas a lo grande, pero también donde seremos más codiciosos.
Plutón, cómo todos los planetas transpersonales, simboliza una energía impersonal y ante la que no queda más remedio que rendirse. Plutón representa el poder absoluto, la muerte y resurrección, la destrucción para comenzar desde cero. También es la lucha más descarnada por la supervivencia. La Casa que ocupe representa el área de la vida en donde no quedará más remedio que reinventarse y donde se vivirán situaciones traumáticas. En aspecto, provoca que se viva la energía del otro planeta como algo amenazante, a vida o muerte.
La cuadratura entre Júpiter y Plutón genera una gran tensión entre las creencias personales y el poder transformador plutoniano. Este aspecto puede manifestarse como una tendencia a internalizar el poder de Plutón, canalizándolo hacia la filosofía de vida del individuo de manera radical y, en ocasiones, destructiva.
Estas personas suelen tener una convicción inquebrantable en la superioridad de sus ideas y una gran resistencia a perspectivas alternativas. Esto puede llevar a conflictos recurrentes, ya que sienten la necesidad de desafiar activamente las creencias de otros o convertirlos a su propia manera de pensar. Esta postura desafiante, lejos de debilitarlos, refuerza su sentido de misión y persistencia.
En el fondo, esta actitud puede estar motivada por un temor subyacente: la posibilidad de que si sus creencias son cuestionadas, su identidad también podría colapsar. Plutón introduce una carga emocional intensa que puede disfrazarse de intelectualidad, haciendo que el individuo confunda sus miedos con certezas racionales.
El trabajo personal con este aspecto implica aprender a equilibrar la apertura a ideas alternativas sin perder la fidelidad a las propias convicciones. Reconocer que el sistema de creencias no define por completo la identidad. Cuando se logra esta integración, el individuo puede convertirse en un reformista positivo, capaz de inspirar a los demás desde un lugar de respeto en lugar de imponerse sobre ellos.
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