Símbolos de aspectos astrológicos para una entrada de Vivir En Astrológico.

CUADRATURA SOL – NEPTUNO

La cuadratura Sol – Neptuno genera confusión y busca de identidad, llevando a los individuos a la fantasía, pero la maduración pasa por aceptar una identidad fluida y conectada con el todo.

La cuadratura es de la naturaleza de Aries – Cáncer poniendo en contacto signos de elementos incompatibles pero con una misma motivación. Es un aspecto muy energético que afecta mucho a la vivencia de la persona. A diferencia de otros aspectos, no es visible desde fuera sino que el individuo lo vive internamente. Un planeta desvía continuamente al otro de su acción lo que hace que ninguna de las dos funciones se pueda expresar de forma correcta.

El Sol representa nuestro sentido de identidad, aquello que consideramos importante y de lo que nos sentimos orgullosos. Sus cualidades representan a la persona con la que nos identificamos. Todos los planetas que aspecten al Sol influirán en como nos vemos. El Sol esta centrado en el propósito de nuestras vidas, así como en todas aquellas pruebas con las que nos iremos encontrando en el camino, por lo tanto la información que hay en el Sol y sus aspectos serán clave para identificar nuestro destino.

Neptuno, cómo todos los planetas transpersonales, simboliza una energía impersonal y ante la que no queda más remedio que rendirse. Neptuno representa la confusión y el estado onírico pero también la idealización, la fantasía y el amor incondicional. Simboliza la necesidad que todos tenemos de transcender lo cotidiano y sobre pasar nuestras propias posibilidades. En aspecto, representa la pérdida de límites y estructura del planeta con el que entra en contacto.

La cuadratura entre el Sol y Neptuno genera una intensa interferencia entre el ego individual y el inconsciente colectivo, provocando confusión y desorientación. Las personas con este aspecto suelen desear una vida idealizada, buscando ser alguien especial o trascender lo ordinario, pero a menudo se sienten perdidas y atrapadas en la fantasía. Este deseo de escapar de la realidad puede llevarles a engañarse a sí mismos, buscando una identidad sólida que nunca llega a materializarse, lo que a veces se traduce en seguir a gurús o maestros que resultan ser fraudes.

El conflicto principal radica en la búsqueda de control del ego sobre su entorno, mientras que la influencia de Neptuno perturba esta búsqueda al disolver las fronteras entre el ser y el mundo. La figura paterna, a menudo idealizada o vista como desorientada, puede ser clave en la formación de este desequilibrio. La clave de integración de este aspecto radica en aceptar la fluidez de la identidad, abandonando la búsqueda de una separación rígida entre el ser y el mundo exterior.

El proceso de maduración implica aceptar que la realidad, con todas sus imperfecciones, ofrece un propósito mucho más grande que el que uno mismo puede crear. Al dejar ir la necesidad de una identidad cerrada y aceptar la interconexión con el todo, la persona comienza a encontrar belleza y sabiduría en la vida cotidiana. Este camino de aceptación lleva a recuperar el poder personal sin caer en la trampa de la autoengaño y la huida de la realidad, permitiendo encontrar el propósito a través de la conexión con lo divino y lo colectivo.

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